Una literatura silenciosa

El otro día fui a la Feria Internacional del Libro de Monterrey y, como parte de una actividad para una clase, entrevisté a diferentes personas en cuanto a qué autores habían conocido a través de este evento anual gigante. Entre las respuestas estaban “no sé”, “un libro de Princesita Sofía” (cabe decir que la respuesta fue de una niña de menos de diez años) y Stephen King. Nadie mencionó a un autor regiomontano, y eso fue lo que me puso a pensar. La literatura en nuestra ciudad es muy callada, es silenciosa, excepto tal vez durante las semanas de la FIL de Monterrey, o eventos especiales como los de LEAFest Monterrey, festival que impulsa la literatura del norte de México. Más que con libros, la feria me deja con preguntas: ¿Qué sabe el mundo y el propio México acerca de los regios escritores? ¿La gente sabrá siquiera que el nombre de la calle Alfonso Reyes pertenece a un escritor de importancia nacional y local?

Es larga la lista de autores del norte que han alimentado la literatura mexicana. Alfonso Reyes es más que una calle; fue un hombre que encabeza el prestigio debido a sus poesías y obras como “Villa de Unión” y “Poema del Cid”. “Luces de la ciudad” y “Memorias de un espejo” son obras de José Alvarado, conocido como uno de los mejores narradores y escritores políticos del país. O hay autores más recientes como Miguel Reynoso, cuyo libro Un cadáver bajo el sol combina un Monterrey del pasado con una trama que profundiza en las personalidades y valores de sus personajes. Sin duda, la literatura regia ofrece mucho. Aun así, las editoriales grandes del país se concentran en autores de Ciudad de México o Guadalajara, dejando en silencio a muchos escritores de Monterrey y del norte.

Mi entrevista con Sofía Segovia en la Universidad de Monterrey (UDEM)

Sofía Segovia, egresada de mi carrera, cuyo libro El murmullo de las abejas ha sido un éxito internacional, mencionó en un evento al que asistí: “A veces me han dicho, «¿ha sido difícil publicar porque eres mujer?» No. Ha sido más difícil publicar porque soy de Monterrey”.

Eso me pegó de manera muy fuerte. Se cuentan muchas historias por muchos escritores en Monterrey, ¿pero cómo hacemos que ellos cuenten? Más preocupante aún, la Feria Internacional del Libro de Monterrey ha sido apuntada como menos impactante a nivel nacional, con menos fama que las ferias de Guadalajara y Ciudad de México. La ciudad tiene un espacio en la literatura mexicana que no puede ir desapercibido. Espacios como LEAFest buscan precisamente dar visibilidad a esa literatura regiomontana que mantiene viva la identidad cultural del norte.

Feria Internacional del Libro de Monterrey (2024)

Tuve la oportunidad de hablar con Sandra Beltrán, autora regiomontana independiente que escribió la novela La flor de azahar, y desde detrás del stand de autores independientes en el lado sur del enorme lugar de la feria, me dijo que aunque la FIL de Monterrey es una gran oportunidad para darse a conocer a los demás, el reto es que compiten con los autores de las grandes editoriales. Definitivamente, el propósito de espacios como la feria no es solo buscar los libros de editoriales difíciles de encontrar o libros en inglés que no venden en librerías comunes; el propósito también es destacar las voces de los escritores locales que exponen sus obras o dan charlas acerca de su pensar en cuanto a la ficción.

No me gustaría sentirme intranquila por el hecho de que algún día, si quisiera publicar, por ser de Monterrey resulte más difícil. No me gustaría que los demás piensen (o que ni siquiera piensen) en lo silenciosa y en lo tranquila que es la literatura aquí. Monterrey publica cientos de libros, un promedio de 250 al año, coleccionados en Conarte, Fondo Editorial Nuevo León, Vaso Roto y Editorial Universitaria. Les debemos a los autores regiomontanos por su compromiso por preservar la identidad cultural, y a proyectos como LEAFest por fortalecer la conexión entre lectores y escritores del norte de México.

Atte. Bárbara M. C.