Mi salvavidas de papel
- Bárbara Martínez Campuzano

- 16 nov
- 3 Min. de lectura
Hace dos años, emprendí un viaje sola por primera vez. Me iba a Montréal, Canadá el mes de junio, y durante el mes antes me preparé —mentalmente— de muchas formas. Hablaba con mi psicóloga de mis preocupaciones, trabajé en borrar todos los “¿y si sucede…”, intenté amigarme con la incertidumbre… No sé si suena rara una preparación que va más allá de papelería, visas, vuelos, planear lugares que iba a visitar, pero yo ocupaba mentalizarme de que iba a estar sola lejos de mi casa. Incluso decidí leer un libro que pensaba iba a ser de autoayuda, pero fue mucho más que eso al final. Ese libro fue Untamed de Glennon Doyle.

Aunque su género es definido como autobiografía, el libro fue como mi “flotis” para lo que iba a hacer. Jamás fui de anotar o de subrayar en libros, pero en Untamed no había forma de no hacerlo. La historia de Glennon me ayudó a reflexionar el no hacer mi vida por las demás personas, sino por mí. Irme a Canadá representaba eso: no iba con amigas, no iba con mis papás, era algo que yo quería (y me serviría) vivir sola, por más que me diera miedo. Además de mi interés por llevar clases de francés allá, mi principal meta era hacerlo yo sola. Salir de donde más estoy cómoda, de donde más me siento segura, para que también ese miedo que siempre ha estado en mí dejara de apagar mi vocecita interna que quería que saliera de mi rutina.
Con párrafos, palabras y frases enteras subrayadas, una resalta para mí hasta el día de hoy e incluso está pegada frente a mi escritorio en mi cuarto: “We can do hard things”. Cuando me despedí de mis papás en el aeropuerto y empecé a caminar hacia seguridad, con mis ojos conteniendo las lágrimas en la medida de lo posible, respiraba y me decía: “I can do hard things”. Y no era para demostrar a otras personas que yo podía hacer esto, aunque al principio me preocupé de que esa fuera la intención escondida del viaje. Después de haber arrastrado mi maleta por varios aeropuertos, de haber llegado a la escuela y presentarme, de hacer amigos, de conocer gente y ciudades y mucho arte, me sentí aliviada de saber que lo había hecho por mí y no por alguna presión externa.

Si bien Untamed ya me había hecho más consciente del diálogo con mi interior y de ese “saber interno”, lo fui reconociendo más en el viaje. A veces, en vez de seguir a mi grupo grande de nuevos amigos, decidía irme sola a un museo o galerías de arte, o a escuchar música y tomar notas en Vieux-Montréal. Cuando hacía estas actividades yo sola, respiraba, escuchaba, me detenía y registraba mi sentir. Yo sabía que tenía miedo, que muchas decisiones que tomaba sola al estar en otro lado me ponían nerviosa, pero no dejé de ser honesta conmigo misma.
Acepté el reto, no porque sé que muchos lo han hecho y lo han gozado, sino porque quería tomar un paso más. Decidí hacer algo no para erradicar mi miedo, sino para aceptar que es una parte indudable de mi persona, y que aún así, junto con ella, puedo hacer cosas difíciles.
Atte. Bárbara M.C.
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EPISODIO DE EN LA MISMA PÁGINA RELACIONADO:
En este episodio, Cristy y Fabiola platican con Lucía Todd del libro Untamed de Glennon Doyle, y profundizan en temas como aprender a confiar en el proceso, autoconocimiento, y la importancia de conectar con el "yo" interno... ¡no te la pierdas!




que bello , pondré en lista para ya leer por fin ese libro.
Loved it