El recuerdo, si es que vive
- Bárbara Martínez Campuzano

- hace 4 días
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Les voy a contar acerca de Lupe. Ella es la tercera de los diez hermanos de mi abuelo materno, y hace dos días cumplió ciento dos años. Es soltera, no tuvo hijos, pero toda su vida fue una figura materna: para sus hermanos, para los hijos de sus hermanos, incluso para algunos de sus sobrinos nietos. Sin duda, es la persona con más edad de la familia y, desafortunadamente, la que menos vive en el presente que vivimos los demás.

Lo que me hace pensar en uno de los personajes de El murmullo de las abejas de Sofía
Segovia, autora regiomontana que estará en el LEAFest en marzo y que escribió lo siguiente: “Distingo entre un recuerdo y la realidad, si bien cada vez me encuentro más atraído por los recuerdos que por la realidad”. ¿Será eso lo que está viviendo Lupe? De lo que veo y escucho, ella vive más en el pasado, enredada entre el recuerdo, una memoria corta y un presente que se le va muy rápido de las manos.
Cuando he ido a visitarla a su casa (porque ella vive en Torreón, igual que la mayoría de sus hermanos), yo sé que no me reconoce. Amablemente me pregunta quién soy, o más bien, de quién soy hija y nieta. Procedo a recordarle quién soy, para lo que me pregunta: ¿y cuándo llegaron? Curiosamente, se acuerda de que mi familia nuclear vive fuera, en Monterrey.

Otra cosa muy curiosa es que a veces menciona a “los niños” y el tener que cuidarlos. Sí, Lupe cuidaba niños, pero eso fue hace décadas. Y aparece nuevamente lo que decía Sofía Segovia… A la vejez, a su memoria le es más atractivo el pasado, lo que alguna vez fue, interponiéndose con la realidad, con su vida actual.
Esto también lo vi en —e introduzco a una persona más— Fela, mujer que es como mi tercera abuela. Fela pasó por una etapa en la que empezó a olvidar cosas, palabras y fallaba su memoria a corto plazo. Olvidaba a las personas o eventos más recientes de su vida, pero jamás se olvidó de mi hermano y de mí, a quienes cuidó desde que estábamos recién nacidos. Aunque ya no la veíamos seguido cuando pasó por ese problema, ella nos mencionaba mucho, como si nos siguiera cuidando todos los días por la mañana. Otra vez, es evidencia de la vida pasada engañando al presente.
En lo personal, ese truco que les juega la memoria a ellas, a otras ancianas con las que he convivido y a mi propia abuela paterna, es algo que me parece tan extraordinario. Me pregunto también cómo lo viven ellas: si es una batalla constante, una tensión incesante, o si es un escape. Una huida de su mente a lo que vivieron, protegieron y amaron completamente. Pensaré que la respuesta es esta última.
Atte. Bárbara M.C.
LEAFEST x AKADEM
11, 12 y 13 de MARZO
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