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Los monstruos: ¿Nacen o se hacen?

Esta semana tuvimos en el podcast como invitada a Verónica Llaca, escritora mexicana de novela negra. Para mí fue casi una sorpresa saber que existía este “cajón”, el cual clasifica a las novelas con temas fuertes, violentos o escalofriantes. Verónica descubrió este nicho literario, y además rescata casos reales escondidos u olvidados por la prensa en México, que utiliza como base o inspiración para la creación de sus novelas. Ahorita está presentando su última novela, titulada Lo que el río sabe, inspirada en sus vecinos de infancia que fueron partícipes de una secta.


Portada del periódico La Prensa del 9 de abril de 1941 con el titular “Descuartizadora de pequeñuelos en la Colonia Roma”, sobre el caso de Felicitas Sánchez.
Titular de La Prensa en 1941 sobre Felicitas Sánchez, conocida como “La Ogresa de la Colonia Roma”, acusada de infanticidio y tráfico de menores.

Pero la que inspira este blog que escribo hoy es la historia de su libro anterior: La herencia, donde recupera la figura de Felícitas Sánchez, una asesina serial mexicana de principios del siglo XX. Este personaje, real, llevó a la autora a hacerse una pregunta inquietante: los asesinos seriales, ¿nacen o se hacen?


Felícitas Sánchez, también llamada por la prensa “La Ogresa de la Colonia Roma” o “La Trituradora de Angelitos”, fue responsable de un número indeterminado de abortos e infanticidios durante la década de 1930. Vivía en un edificio de departamentos en un suburbio de la Colonia Roma en la Ciudad de México. Aunque se graduó como enfermera y ejerció como partera, sostenía al mismo tiempo un negocio ilícito de abortos clandestinos y tráfico de infantes, algo que se ocultaba bajo una fachada de supuesta atención médica.


Felícitas no tuvo una infancia fácil. Creció en un contexto de pobreza extrema, abandono emocional y violencia estructural. Desde muy joven mostró señales inquietantes de comportamiento psicopático, como crueldad hacia animales —en especial envenenando perros y gatos callejeros—. Fue rechazada por su madre, lo cual se piensa que desencadenó una psicopatía profunda que marcaría su vida adulta: un rechazo patológico hacia la maternidad y todo lo relacionado con ella.


La tentación de pensar que alguien como Felicitas “nació mala” es fuerte. Etiquetarla como monstruo, como un caso aislado dentro de la historia de los asesinos seriales en México, nos permite evitar mirar de frente la responsabilidad del entorno. Pero su historia también es la historia de una mujer moldeada por una sociedad indiferente, con una enorme carencia de amor por parte de la figura materna, y en una época en la que una mujer sin apoyo, educación ni recursos apenas podía sobrevivir.


Fotografía en blanco y negro de Felicitas Sánchez Aguillón, conocida como “La Ogresa de la Colonia Roma”, acusada de múltiples infanticidios en la década de 1930.
Felicitas Sánchez Aguillón, señalada por la prensa como “La Ogresa de la Colonia Roma”.

Tal vez el verdadero horror no está solo en ella, sino en todo lo que la fue llevando poco a

poco a convertirse en esa persona: la miseria, la falta de cuidados, el machismo, el abandono, la necesidad constante de sobrevivir en un sistema hostil. No se trata de justificar a una asesina, sino de entender cómo alguien llega a convertirse en una. Nadie se convierte en asesino de la noche a la mañana. Detrás de cada mente criminal, suele haber una acumulación progresiva de traumas, negligencias, rechazos y circunstancias extremas que endurecen el corazón y apagan la empatía.


Y me queda una pregunta más: si una mente como la de Felicitas —fría, calculadora, resistente, determinada— hubiera crecido en un entorno distinto, ¿podría haberse usado para el bien? ¿Cuántas personas en nuestra sociedad, con una inteligencia similar, se pierden en el abandono? Tal vez no se trata solo de evitar que nazcan monstruos, sino de aprender a reconocerlos a tiempo, y ofrecerles otra posibilidad antes de que sea tarde. Porque sin ser experta, ni psicóloga, y tal vez me llamen idealista, pero creo firmemente que incluso en las historias más oscuras puede haber lugar para la luz. Las mentes complejas, si se guían con cuidado y, sobre todo, con amor, también pueden crear, construir y sanar.


¿Qué opinan ustedes?


Les dejo un beso…

C



EPISODIO DE EN LA MISMA PÁGINA RELACIONADO:


En este episodio conversamos con Verónica Llaca, autora de novelas negras como Lo que el río sabe, sobre cómo escribir desde el lado más oscuro de lo humano. Hablamos de sus novelas, del proceso de documentarse con casos reales, de lo que implica escribir sobre la violencia sin romantizarla, y de los retos de publicar y abrirse camino como autora en un mercado editorial saturado. Una conversación sobre voces nuevas, riesgos narrativos y cómo transformar el horror en literatura.


Verónica Llaca nos habla de novela negra, de escribir sobre lo oscuro y del reto de abrirse paso como autora en el mundo editorial.

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